Cuando finaliza el curso escolar y empiezan las vacaciones de verano, muchas padres optamos por apuntar a los niños a un campamento. Los programas de campamentos de verano son una de las mejores opciones para las vacaciones estivales, pero es verdad que a veces puede resultarnos un poco complicado separarnos de los más pequeños.
Durante los campamentos de verano, la separación no es complicada únicamente para los niños, sino que también lo es para nosotros. Es algo completamente normal, pasamos de estar con ellos todos los días a alejarnos durante 2 semanas o más. Es importante saber de antemano que esto puede pasarnos, pero no debe disuadirnos ni quitarnos la idea de apuntarlos a un campamento, ya que los beneficios de un programa de este tipo compensan con creces, la “tristeza” de alejarnos durante un tiempo.
Lidiar con la nostalgia puede ser una fuente de estrés para los padres, por lo que tenemos que estar preparados antes de que se inicie el campamento. Si es la primera vez que tu hijo está durante unos días fuera de casa, es normal que los primeros días le cueste un poco adaptarse a estar lejos de vosotros; además, los niveles más altos de nostalgia suelen relacionarse con la edad. Los niños con poca experiencia en campamentos de verano tienen menor capacidad para manejar la nostalgia, pero es cierto que cuanto antes se acostumbren a salir de casa, antes aprenderán a superar la mamitis y papitis y más fácil les resultará salir de viaje y estar un tiempo alejados, aunque sea corto. Para que el proceso de adaptación sea más sencillo, te proponemos una serie de recomendaciones:
1. Decidir de antemano
Durante un campamento de verano, los niños se relacionan con sus compañeros y hacen muchos nuevos amigos. Conocer gente nueva y el alto nivel de interacción y socialización de un campamento es una forma fantástica de incorporar la empatía entre sus valores personales. Aprender a ponerse en el lugar de otras personas y entender qué pueden estar pasando es una habilidad social fundamental y en un campamento, al estar viviendo la misma experiencia que el resto de sus compañeros, no les resultará difícil entender las circunstancias del resto de niños.
2. Preparar un plan B
Aunque no debemos dejar que la nostalgia nos impida apuntar a los niños a un campamento de verano, tampoco debemos obligarles y si deciden que no están preparados para lanzarse a la aventura, tenemos que escucharles, debatir con ellos y tratar de llegar a una decisión. Puede que prefieran empezar con un programa de día, y así estar listos para un campamento residencial el año siguiente. Tenemos que animarles para que superen sus miedos, pero no debemos forzar la situación y ser comprensivos; un campamento de verano no debe suponer un “castigo” para los niños.
3. Eliminar las preocupaciones
: Si tus hijos no han ido antes a un campamento de verano, es muy probable que tengan dudas respecto a lo que van a hacer allí y a cómo será su rutina durante su estancia, para tranquilizarles y ayudarles a prepararse, tenemos que resolver todas sus preguntas y asegurarnos de que saben que un campamento es una experiencia divertida y positiva para ellos que les encantará y que con total seguridad, querrán repetir año tras año. Nunca deben percibir la experiencia como un castigo, puesto que ésta no es su finalidad. Deben entender que lo que queremos es que disfruten de sus vacaciones y lo pasen en grande.
4. Planificar los primeros días
Los 2/3 primeros días del campamento de verano serán clave en nuestra adaptación y la de nuestro hijo; aunque serán los más duros, será fundamental superarlos y veremos cómo después es mucho más sencillo estar separados de los niños, ¡los días pasan volando! La casa se notará un poco vacía al principio, pero que no cunda el pánico, no debemos olvidarnos de que nuestro hijo lo está pasando en grande y lo mucho que nos alegrará verle de vuelta lleno de anécdotas e historias que contar, ¡verles tan contentos y alegres hará que merezca completamente la pena!
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